Cuando se siembran vientos, se cosechan tempestades. La OTAN no perdió ni un segundo. Tras la autodisolución de la URSS, alentó la guerra de los Balcanes que despedazó el espacio de convivencia que representaba la República Federal de Yugoslavia. Seguidamente, expandió sus bases militares por todo el Este europeo, hasta las mismísimas fronteras de Rusia. Hizo todo lo necesario hasta provocar el actual conflicto armado en Ucrania. Sin embargo, no parece que le estén saliendo bien los planes. Sus sanciones económicas y bloqueos comerciales contra Rusia se revelan impotentes, provocando, ¡eso sí! mayores dependencias USA, penuria y miserias a los pueblos de Occidente. Se multiplican los rechazos al globalismo unipolar yankee, al tiempo que prosperan vías alternativas de relación y cooperación entre los pueblos. Se consolidan los BRICS como principal foro económico mundial y se amplían, en una primera fase, con la incorporación de Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopia y Argentina.
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